martes, 26 de junio de 2012

Destino

El dolor ,que se reflejaba danzando tras la visión enferma de mi aparato vital, era una muestra de mi confusión y el despertar de mis palabras fue su eco, tras esas voces difuminadas se encontraba mi camino, ya lo vislumbraba nuevamente.

¿Dónde estoy yo? No pertenezco a ningún lugar que hasta ahora haya conocido, y ¿es que acaso el ser humano  pertenece a algún sitio?

¿Estamos destinados a vagar? Yo me sentía de esa manera, tan libre y a la vez tan aislada, sin saber que podría ocurrir, que debía de hacer y en que forma tendría que reaccionar. Ésta es la verdad: no lo sé. Quisiera encontrarme con alguien que me dijera lo mismo, que después de años de vida siguiera en la posición  de un pequeño infante ante la duda enorme de nuestra procedencia y de nuestro extraño existir, cómo es que esto conlleva a una vida de preguntas.

Parecido al reflejo que emiten los lentes al contacto con las sabanas ardientes del sol, yo sentía así lo que se me dejaba percibir de la realidad. Verdaderamente tan extraña en este mundo. Día tras día continuaba, los días se  seguían sucediendo, cada uno acumulándose  en la cumbre de mi reloj, en la cumbre de mi indiferencia...  ¡No! De indiferencia no se trata, es desconocimiento, ignorancia de mi situación venidera.

Y es tal vez...  ¿Pasa lo mismo con todos? ¿Sólo siguen el día a día sin incomodarse?¿Por qué a mi me resulta tan incomodo? ¿Por qué no lo soporto?

Me parece incipiente mi expectativa a la voluntad del porvenir, a la voluntad de la humanidad.

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